EL QUERER COMO POSIBILIDAD


La ética del deseo, de la posibilidad y de la libertad transforma el principio cartesiano “pienso, luego existo”, por el de “quiero, luego existo”. Si la acción humana es el fundamento de toda moralidad, para ser el hombre primero tiene que querer ser. Ya no se trata ahora de la acción como fundamento, sino de interrogar por el fundamento del fundamento, esto es, por aquello que está detrás de la acción misma, y que es precisamente la voluntad como fundamento de la acción ética. Así, el nuevo principio de la subjetividad énea no es el deber, sino mi voluntad más profunda. Por lo que, de acuerdo con Savater, la pregunta radical sobre la cual gira la ética ya no es “¿qué debo hacer?” ni tampoco”¿qué puedo hacer?”, sino “¿qué quiero hacer?”93 En el horizonte del quehacer ético, antes de ser, la decisión compete única y exclusivamente a nuestra voluntad. En este sentido, la pregunta ¿qué quiero ser?, tiene que estar precedida por ¿qué quiero hacer de mi vida? En pocas palabras: antes de ser hay que querer ser. Resultado de imagen para EL QUERER COMO POSIBILIDAD
Al igual que el deseo radical, el querer no es un querer cualquiera. No es un querer del tipo: “lo quiero porque se me pega la gana”, “lo quiero pero no sé por qué lo quiero”. El querer, en un sentido ético, no es sinónimo de capricho, terquedad o simplemente, una acción fortuita, sino que es un querer radical en donde nos va nuestro propio ser, es decir, el ejercicio consciente de nuestra libertad. Así, lo que el yo quiere es ser, amplificar su ser; se trata de su querer esencial y fundamental. Ser para el yo es, precisamente, permanecer como un todo y abrirse justamente a lo posible.

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